LA GUERRA DE LOS MUNDOS – H.G. WELLS

2020 tiene mucho de la literatura del siglo XIX. La ciencia ficción naciente en aquel periodo podría encajar con la actualidad. Podría alojarse en las noticias que circulan de manera incesante bajo el pulgar de cualquier usuario de smartphone. Una fuerza invisible que arrasa en el planeta, las temperaturas propiciándose hacia lo insoportable, socializar con máscaras o los alimentos biomodificados cuya deriva evolutiva no concebimos aún. En este plano, el literario, las opciones que plantean estos escenarios pueden dar mucho juego. El 30 de mayo de este 2020 la empresa aeroespacial Spacex realizaba con éxito el primer viaje tripulado y privado a la estación espacial. La misma empresa ha declarado que tienen como objetivo ser los primeros en ir a Marte. ¿Y si Marte llegase a nosotros antes? H. G. Wells narró la contundente llegada de los marcianos.

H.G.Wells
Foto por literatura.fandom.com

Herbert George Wells, conocido como H. G. Wells, (Bromley, 1866 – Londres, 1946) supo transformar lo que veía a su alrededor para ir a escenarios imposibles. Sus obras más emblemáticas son capaces de analizar la naturaleza humana desde la perspectiva del extranjero, del que viaja y ve con ojos externos los comportamientos de aquellos que le rodean. Todo ello desde una evidente predilección a favor de las ciencias. Wells es considerado fiel continuador del camino abierto por Jules Verne y, a su vez, piedra angular para otros reputados escritores que llegarían más tarde a la ciencia ficción como Orwell, Bradbury, Huxley o Asimov, por ejemplo.

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Los marcianos nos caen del cielo. El planeta rojo buscaba entonces lo mismo que ahora va buscando la Tierra en Marte, una nueva oportunidad, un plan B por si este cuerpo celeste se vuelve inhabitable. Así fue capaz de imaginarlo el escritor británico  y en 1898 publicó La guerra de los mundos. Las personas que cruzan su novela reaccionan igual que se comportaría el lector de esta reseña si mientras lee estas líneas cayese en plena calle una esfera extraterrestre. ¿Qué haría? Iría a observarla, por supuesto. Y lo que sucedería a partir de entonces sería una usurpación progresiva de la razón por el instinto más primitivo. Máxime cuando se percatara de que no vienen en son de paz.

Orson Welles narrando su adaptación

Algo similar sucedió en 1938. Las familias reunidas en el salón. La radio encendida. Y el locutor del noticiero anuncia y describe cómo los marcianos están invadiendo este planeta. Los estadounidenses entraron en pánico, saturaron las carreteras por las que huir lo más lejos posible. Aquel realismo (o aquella trampa a la inocencia del público de entonces) fue recreado por el cineasta Orson Welles, quien se apoyó en La guerra de los mundos para su memorable jugada.

Esta novela es una de las cuatro consideradas el corpus principal de la obra de Wells. A ella, siendo la última publicada de las cuatro, se suman La máquina del tiempo (de 1895), La isla del doctor Moreau (publicada en 1896) y El hombre invisible (de 1897). Todas ellas asimiladas en la cultura pop del imaginario colectivo. Obras que han sido recogidas con reiteración en el cine y series, de forma literal o bajo su grave influencia. Hasta en la afamada serie de Los Simpsons dedican capítulos enteros a estas historias. Por no hablar de las vertientes literarias que posibilitó en la ciencia ficción. Y es que Wells consiguió con ellas la universalización de sentimientos individuales y como Humanidad a través de relatos atractivos que permitían liberar la imaginación.

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Wells fue el típico caso de escritor que surge de una infancia de convalecencia y postración en cama. Todo comienza con la afición a la lectura y más tarde con la filtración en palabras de aquel mundo que le rodea. Debido a su participación en la Primera Guerra Mundial tiznó su visión de cierto escepticismo sobre el buen uso de la tecnología por el hombre, distanciándole del discurso positivo de Verne. No obstante, no dejó que su formación influyese en la cercanía de su literatura. Empleó  un lenguaje claro, accesible y solo salpicado de explicaciones científicas como razonamientos que, a pesar de no estar a pie de calle aquel contenido, no genera pérdidas de atención o ruptura del ritmo narrativo.

De hecho es una novela que se puede leer de una sentada. Así se puede estar preparado antes de que aparezcan los marcianos y desaten su potencial.

  Arranca la novela narrando:

Nadie habría creído, en los últimos años del siglo XIX, que este mundo estaba siendo observado minuciosa y atentamente por inteligencias superiores a la del hombre y no obstante tan mortales como la suya; que mientras los hombres se entretenían con sus diversas preocupaciones estaban siendo objeto de escrutinio y estudio, puede que tan exhaustivo como cuando se examinan en un microscopio las criaturas efímeras que se acumulan y multiplican en una gota de agua. Sumidos en una complacencia infinita, los hombres iban y venían por este planeta con sus pequeños asuntos, confiados en su dominio de la materia.

Disfruten del viaje, futuros lectores.

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