Hacer las cosas bien no cuesta poco.
Es un esfuerzo. Todos lo sabemos.
Para aquellos que escriben o trabajan comunicando, las palabras son sus principales herramientas, su fuente de poder. Su éxito depende de ellas.
Buena parte de ese eventual triunfo reside en un texto limpio, coherente y con fuerza.
A veces falta tiempo para llevar a cabo ese control necesario en la presentación final de nuestros proyectos.
Por suerte, existen los correctores profesionales.
Se encargan de revisar el texto, con unos conocimientos concretos que se aplican sobre una visión ortotipográfica, de maquetación y primeras pruebas. Una base que recoge un amplio abanico de elementos que deben ser tenidos en cuenta.
En 2019 ingresé como parte del cuerpo de correctores que trabajan en España, licenciándome por la academia Cálamo & Cran, con sede-hormiguero en Madrid (basta ver su web para saber de qué hablo).
Cualquiera podría inmunizar su proyecto contra faltas e incoherencias, exponerlo a su máximo provecho.
Un corrector es un observador que cuida un texto ajeno como si fuese suyo, luchando por su finalidad y convirtiéndose en cierto sentido en su tutor durante ese periodo.

Para ello, pueden contactar conmigo en la siguiente dirección:
revidiegoinfo@gmail.com
Un saludo.
Alberto Revidiego