Para un detective, todos los casos son el mismo. Todo conforma un nudo perfecto, un cruce de personajes y razones. Un caso es un caso hasta que se demuestre lo contrario. Un sinsentido colectivo que baila ante los ojos y al que Bukowski pretende desnudar en esta novela a través de su detective privado, Nick Belane. Un personaje rudo, que sólo se conoce a sí mismo, quien acepta casos extravagantes que le sitúan dentro de un tablero de personajes con los que confía en chocar y obtener así algo de información. Estrellar una piedra con otra para que salten chispas. Aunque no consiga más que agotarse. A veces, con eso basta.

Foto de medium.com
Charles Bukowski (Andernach 1920 – Los Angeles 1994) fue un escritor difícil. No en un sentido formal ni de fondo. Complicado en lo vital. Su personalidad, arraigada a la decadencia y la antipatía a lo establecido, le hizo popular entre jóvenes e inconformistas (la mayor parte de las veces, esto es una redundancia).
Muchos lo conocerán por su explicitud en temas como el alcohol, el sexo, el fracaso emocional y la muerte. Pero en Pulp sobrevuela esos temas para construir algo hermoso y surrealista que no deja de atraparnos. No es una novela de detectives al uso.
Su última novela. Escribió Pulp poco antes de fallecer. Una vez se lee, parece todo un viaje personal de última hora, de tren en el andén mientras ríe un rato con un folletín detectivesco entre manos. Todo un homenaje a las “Pulp Fictions”, aquellas historias negras o fantásticas, seguidas por entregas, editadas en papel barato, y que triunfaron como consumo popular a comienzos del siglo XX. Historias centradas en la acción, sin detenerse a explicar porqués.
Pulp fue escrita desde un tono de humor y una entrega a lo desconocido. Le pasan los días como los sueños en una misma noche. El sabueso Belane recibe encargos de una tal Sra. Muerte que desea confirmar un rumor sobre un escritor al que se suponía muerto. Por otra parte, otro tipo desea que localice al Gorrión Rojo, sin darle mayores explicaciones. Un tercero busca la clásica confirmación de si su mujer le engaña con otro y Belane acepta de una manera muy entregada. Por último, un tipo pide ayuda con su novia, de corte femme fatale, de la cual está convencido que es extraterrestre y usa poderes psíquicos contra él.

Foto por Alberto Revidiego
En honor a esas pulp magazines, en las que primaba ante todo una portada llamativa para el eventual lector, mi edición de Anagrama (primera en España de 1996; ilustrada por Jordi Negret), presenta muchos de los elementos que nos encontraremos en la novela. Estos son el propio detective con apariencia descuidada bajo su indumentaria; las armas; la mesa del despacho de Belane; las piernas sensuales de alguna joven anónima; o un platillo volante inserto en un cielo rojo Saturno cruzado por la industrialización de las ciudades.
Una novela con un estilo seco en la formación de las líneas, sin miedo a repetir expresiones completas a fin del juego y el absurdo, consiguiendo una velocidad propia del género con mucho diálogo breve salpicado de exclamaciones, insultos y preguntas, que van dando paso de forma inadvertida a cuestiones más universales. Incluso roza el ejercicio filosófico al cuestionarse lo que presencia el protagonista. Siempre esgrimiendo la ironía. La dedicatoria de la obra, de hecho, se dirige “a la mala literatura”.
Desde mi punto de vista, Pulp es una gran obra de Bukowski. Quizás de las más finas que consiguió escribir. Para los lectores avezados en su literatura, lo disfrutará con riqueza, pues apreciará guiños al propio universo del autor, como personajes de cartero o interpelaciones a una tal Chinaski. Para los que no les suele gustar su lenguaje o escenas, aquí encuentran un Bukowski más contenido, que no se recrea en escenas escatológicas ni sexuales, haciendo primar las pesquisas del investigador. Por último, los nuevos, los que nunca se acercaron a su obra: Pulp es una entrada luminosa por la que iniciarse. Eso sí, advierto que deben tener la mente abierta. Nada es imposible aquí, si se escribe desde el alcohol, el humor o el sueño.
Arranca la novela narrando:
“Yo estaba sentado en mi oficina, mi contrato de alquiler había vencido y McKelvey estaba empezando los trámites para desahuciarme. Aquel día hacía un calor del demonio y el aire acondicionado estaba roto. Una mosca se paseaba lentamente por encima de mi escritorio. Extendí el brazo con la palma de la mano abierta y la puse fuera de juego. Me estaba frotando la mano con la pernera derecha del pantalón cuando sonó el teléfono. Lo cogí.
-¿Sí? –dije.
-¿Ha leído usted a Céline? –preguntó una voz femenina. La voz era bastante sexy y yo llevaba mucho tiempo solo. Décadas.”
Disfruten del viaje, futuros lectores.
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